Avisados estáis, así que, sin más preámbulos ahí va la tortu... digooo el texto. ^-^
Jaime visitó la armería y el patio de
entrenamiento comprobando que todo estaba en orden, mas no podía
concentrarse en lo que estaba haciendo, la gente le hablaba y él
sólo oía ruido, todo el mundo le miraba extrañado cuando no
respondía a sus preguntas.
Por fin, a media tarde le llegó un
mensaje de su hermana, quería que fuera a visitarla a sus
dependencias, igual así podía quitarse esa sensación extraña que
le llevaba recorriendo todo el día.
El olor a incienso que impregnaba el
pasillo que llevaba a la habitación de Cersei le informó de las
intenciones lascivas de esta; a veces le daba la sensación de que
sólo servía para complacerla.
Si bien es cierto que hasta
ahora no se había quejado, hoy no creía poder soportar ser tratado
como un juguete sexual ni como paño de lágrimas, había descubierto
que más allá de las faldas de su gemela podía haber también cosas
(y gente) que le atrajesen.
Llamó con los nudillos a la puerta, y
oyó una voz femenina que le invitaba a entrar, lo que seguramente
significaba que ella le esperaba desnuda en la cama. Después de
tantos años, lo que comenzó siendo excitante y que daba pié a
volverse más picante e imaginativo, se había tornado en rutina.
Entró y descubrió que sus
elucubraciones eran ciertas, sobre el catre se hallaba su hermana, en
cueros y en una pose sensual, pero fingió no verla y se encaminó
hacia la parte más alejada de la estancia, cogió una silla y se
sentó sin decir una palabra.
-Jaime, ¿estás jugando a un juego nuevo? - Dijo Cersei con voz
melosa, pero algo molesta mientras se dirigía hasta donde estaba su
hermano, contoneándose, al acercarse fue a posar una mano sobre
el hombro del rubio, pero este la apartó con un mal gesto.
-No, hermana, estoy harto de jugar, no
soy un muñeco al que puedas manejar tirando de los hilos, no puedes
llamarme cuando te plazca como si fuese un perro faldero y echarme en
cuanto quedas satisfecha. - Ella fingió un mohín de enfado y se
puso una bata transparente que apenas la cubría su perfecto cuerpo.
-¿Qué te pasa? ¿Has bebido con
Tyrion otra vez o es que te has golpeado la cabeza en un
entrenamiento? ¿es que acaso ya no te parezco atractiva? Te recuerdo
que sueles ser tú el que se arrastra hasta aquí pidiéndome lo que
otras no saben darte. -Se agachó frente a él, dispuesta a soltar
las cuerdas que ataban su pantalón, cuando, como un resorte él se
levantó y en el impulso la silla golpeó a Cersei y la derribó.
Visiblemente enfadada, se incorporó y le propinó un sonoro bofetón
que le dejó la marca de la mano en la mejilla como hecha con un
hierro caliente.
-Vete, márchate ya, que ya volverás
suplicándome y con el rabo entre las piernas y seré yo la que te
rehuya como si fueses un apestado.
- Puta – Musitó él, y salió de la habitación justo a tiempo porque a escasos centímetros de donde estaba parado unos segundos antes se estampaba un jarrón.
- Puta – Musitó él, y salió de la habitación justo a tiempo porque a escasos centímetros de donde estaba parado unos segundos antes se estampaba un jarrón.