13 noviembre 2020

RELATO DE CIENCIA FICCIÓN: "TODA LA HISTORIA EN UN GARAJE"

 Ha pasado más de un año desde la última vez que aparecí por aquí. Culpa mía 100% porque parece que no soy capaz de escribir relatos con la misma facilidad de antes. 

Pero bueno, que esta vez si que he podido sacar de mi cabeza una idea y os la voy a compartir ahora mismo. 

Sería muy importante para mí que, me mandéis un mensaje por aquí o un mail a pilargiralte@hotmail.com contándome lo que os ha parecido. 


Sin más dilación ¡Al turrón!

TODA LA HISTORIA EN UN GARAJE

La Historia tiene una manera muy graciosa de crear grandes hitos y, desde que existen los garajes, parece que las grandes ideas que la cambian se generan dentro de ellos. Es posible que la ausencia de un vehículo haga que dicha habitación padezca de “horror vacui” y decida de alguna manera transferir una serie de conocimientos a sus dueños para acabar llena de pizarras y cachivaches.

En uno de estos garajes ausentes de ruedas se encuentra el matrimonio formado por Mary y Sam Colt que están con la mandíbula casi desencajada y con una lágrima de emoción luchando por salir mientras contemplan un extraño artefacto parecido a una caseta de jardín hecha de lata.

-¡Lo hemos, conseguido, lo hemos conseguido, oh, Dios mío, lo hemos conseguido! -Repite Sam como un mantra. -Hay que probarlo ya.

-Muy bien, cariño. Voy a programarla y me cambio de ropa en un momento para poder hacerlo.

-¿Cómo dices? ¿Estás loca? Puede ser peligroso así que está claro que seré yo el primero en probarla.

-De acuerdo, tienes razón. ¿Estás listo? Bien, siéntate aquí, ponte el cinturón y ¡Oh, espera! Casi se me olvida. -Dice Mary mientras mete en el bolsillo de su marido un papel primorosamente doblado. – Por si fuese necesario, aquí tienes las instrucciones.

-Vamos, mujer, la he montado yo, seguro que sé usarla.

-Bueno, pero está basada en una serie de cálculos complejos que pueden desajustarse y…

-Calla, calla. Sal que ya me apaño. – Y tras un leve empujón a su esposa para hacerla salir del cubículo, cerró la puerta y pulsó un enorme botón rojo que había en un panel de control.

Como si de una película de Ciencia Ficción de bajo presupuesto se tratara, un zumbido hizo vibrar los cristales de la casa y todo empezó a llenarse de humo blanco que, tras disiparse, pudo dejar que Mary viese que era verdad y que su máquina del tiempo había funcionado.

Mientras, o mejor dicho antes ya que la pantalla del panel de control marcaba que había viajado unos treinta y cinco mil años en el pasado, Sam había salido del aparato y no paraba de refunfuñar. ¿Qué hacía en el pasado? Había dicho bien claro que iría al fututo, se haría con algún almanaque deportivo y así, a la vuelta podrían hacerse ricos.

Decidió, ya que estaba allí, explorar un poco y ver si veía algo interesante, con la firme intención de, pasados unos minutos, volver a su época. No había dado ni diez pasos cuando una explosión le tiró al suelo. ¡No podía ser! La máquina del tiempo era pasto de las llamas y todos sus esfuerzos por apagarlas solo conseguían avivarlas.

¿Qué podía hacer? Bueno, pensó, cuando Mary vea que no he vuelto seguro que construye otra y viene a buscarme, en cualquier momento aparecerá.

Pasaron varios días y el único contacto con otro ser humanoide había sido con aquellos salvajes que cada día le tenían menos miedo y seguro que pronto intentarían acabar con él.

Una mañana tras despertarse aterido de frío porque por la noche se había apagado la hoguera y no había sido capaz de volver a encenderla, trasteando en los bolsillos encontró la nota que le dio su mujer. ¡Eso era, seguro que en esas instrucciones venía la forma de poder construir otra máquina! ¿Cómo es que no se le había ocurrido antes?

Pero al empezar a leer se dio cuenta de que algo raro pasaba, eso no eran unas instrucciones sino una carta y decía:

“Querido Sam:

Seguro que ya te habrás dado cuenta de que la máquina ha quedado inservible y que no vas a poder volver a casa. El pequeño sensor que instalé debajo del asiento habrá quemado todas tus oportunidades.

Seguro que te estarás preguntando qué es lo que está pasando. Simple, tenía que deshacerme de ti pero siempre he sido una cobarde. Lo era cuando llegabas borracho a casa y pagabas tu frustración a golpes conmigo. Lo era cuando, tras contarte que había tenido un buen día te poseían los celos y también acababas pegándome.

Siempre me he sentido pequeña y débil a tu lado, un ser insignificante. Pero un día, tras tener la idea que me llevó a construir la máquina del tiempo, también tuve otra revelación. No era estúpida ni débil ni insegura. ¡Era un genio! Pero sabía que no podría tener fuerzas para dejarte y temía que en un arrebato de locura prefirieses acabar con mi vida antes de dejarme volar libre.

En cuanto partas para allá quemaré todas mis notas y nadie más podrá volver a crear una máquina igual así que abandona toda esperanza como hice yo al poco de casarnos.

Siempre te quise y por eso disculpaba tu comportamiento y esa ha sido siempre la razón por la que, por mucho que lo deseaba no pude matarte. Ahora, probablemente otros lo hagan por mi si el frío o el hambre no lo hace antes.

Ahora estás entre los tuyos, con los Cromañones, pero no creo que te acepten como un igual porque en el fondo el cobarde siempre has sido tú y eso lo verán en cuanto descubran lo débil que eres.

Siempre te querré, pero ahora, por fin seré la mujer que estaba destinada a ser.

Siempre tuya.

Mary.”

Dicen que hay varias fases del duelo y Sam las experimentó todas en unos segundos pero no tuvo tiempo de asimilar su situación porque una lanza, atravesó su negro corazón y acabó con su miserable vida.