Bueno, esta historia me costó sacarla porque la escribí en el AVE camino del funeral de mi abuela. Supongo que lo hice como algo catártico pero notaba cómo las palabras pesaban cada vez más y no terminaban de querer salir.
Pero bueno, aquí está y con todo el cariño os lo ofrezco.
EL TREN
El traqueteo del tren siempre le hacía volver a la infancia,
era casi hipnótico, siempre cerraba los ojos y pensaba en aquellos largos
viajes en familia, o en los que le tocó hacer en su época de universidad
cargado con los apuntes. Era su medio de transporte favorito y no estaba
dispuesto a renunciar a él aunque le acusaran
de ser un anticuado; prefería pensar que era un romántico, uno de los pocos
seres en el mundo que todavía era capaz de disfrutar de las pequeñas cosas.
Cuando la azafata se dirigió a él mostrando el menú para el
viaje se lo devolvió en seguida al tiempo que le mostraba una sonrisa pícara de
niño pequeño a punto de hacer una trastada:
-Por favor, me gustaría el número ocho. -Por un momento la
cara de ella reflejó sorpresa y un leve gesto de ternura como si pensase que le
faltaba un tornillo.