ARTISTA
-No tengo claro qué quiero. –Comentó Marcus a la chica de
recepción del estudio de tatuajes que le miraba con una sonrisa bobalicona. –
Me gustaría algo que no se haya hecho nunca, algo fresco e impactante.
-No se preocupe, señor Harmony, acompáñeme y en unos minutos
seguro que conseguimos encontrar el diseño perfecto. – Cruzaron tras el
mostrador y accedieron a un pasillo lleno de puertas de cristal numeradas del
uno al treinta. – Por favor, póngase cómodo en la cabina 28, desde allí podrá
acceder al terminal y elegir lo que desee. –No, por favor, ayúdeme a elegir, me
fiaré de su instinto y no quiero ver lo que ha elegido hasta que ya esté
terminado. – Ella no tenía ni idea de qué escoger pero no pudo negarse a
aquellos ojos azules que parecían de otro mundo. Suspiró y asintió, entraron en
la sala, eligió un modelo simple, casi tribal que le pareció bonito y activó la
máquina.
Marcus cerró los ojos y se dejó llevar. Desde que se habían
implantado los centros de tatuado automatizado que incluían una aplicación
gratuita de anestésico local con cada visita se había hecho casi adicto a esa
sensación de paz que le proporcionaba poder descansar un rato de su ajetreada vida
mientras su cuerpo se convertía en una obra de arte moderno.
El pitido que anunciaba que la sesión había terminado le
sacó de su ensoñación y ansioso por ver el resultado dirigió su vista hacia el
brazo con cierto temor de que lo que apareciese en su piel no estuviese a la
altura del resto de diseños innovadores que le acompañaban. Afortunadamente su
miedo era infundado, desde luego se trataba de algo especial, desprendía cierto
toque retro que le dejó encandilado.
Cuando el cliente se acercó a pagar, Miley vio el tatuaje y
descubrió apenada que no era el que había elegido, pensó que a última hora se
habría arrepentido y no le había parecido digno. Pero bueno, se había marchado
contento y era lo que importaba.
Lo primero que hizo Marcus nada más llega a casa fue
conectarse y publicar en su blog la novedad, sabía que en pocas horas todo el
mundo querría seguir sus pasos y eso le encantaba. No en vano había tardado
años en forjarse un nombre en el mundo de la moda y las tendencias.
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-No estoy seguro de entenderlo, Hans ¿Me estás diciendo que
este diseño no está en nuestra base de datos? ¿Entonces cómo explicas que
tengamos una lista de espera de dos años y todos los días cientos de personas
acudan a nuestro centro en Nueva York central?
-Bueno, Nick es sencillo, realmente sólo una máquina es
capaz de hacerlo y de ahí que tengamos esa demanda.
-¿Sólo una? ¿No podemos programar más? ¿Qué tiene de
especial? –Preguntó un cada vez más airado Nicholas Darens, Director jefe de
Inks.
-El hecho de que está rota y lo que la gente piensa que es
un diseño elaborado y maravilloso no es más que un código de error.