23 mayo 2023

RELATO: "TARTA DE MANZANA"

¡Hola de nuevo a todo el mundo! 

Ya sabéis que me cuesta mucho escribir desde hace tiempo y estaba muy triste por eso. Pues bien, el otro día me metí a cotillear a una librería de segunda mano cerca de casa y descubrí que daban cursos de escritura creativa y me apunté a uno. Son pequeños y auto conclusivos pero me encantó la experiencia y entre juegos y demás conseguí escribir este pequeño cuento: 


TARTA DE MANZANA

 

Paseando por la calle, Ricardo se sobresaltó con un relámpago que hizo que se estremeciese de miedo; le daban pánico las tormentas y más si no se encontraba al abrigo de su casa, tapado con una manta y escuchando la radio. (Cosa que, para él, era la definición de una tarde perfecta).

Miró la lista de la compra: Todavía le faltaban la rúcula y el repollo, tendría que darse prisa o le cerrarían las tiendas.

Se acabó el ir paseando por la calle, tocaba ir a paso ligero, con buen ritmo. Aunque inevitablemente, se le fue la mirada hacia la pastelería. Esas rosquillas casi le gritaban “cómeme”, pero no, no podía perder más tiempo.

Llegó a su destino, una pequeña frutería casi escondida en un rincón de la calle. Un cartel anunciaba que la oferta del día era de un kilo de ruibarbo a dos euros, pero Ricardo pasó de largo. ¿Qué narices era un ruibarbo y cómo se comía? Él tenía una regla clara: Si su madre no había comprado nunca un producto él tampoco lo haría y, desde luego, el ruibarbo no parecía algo que ella compraría.

Pero esas manzanas de color rubí que se encontraban en la caja de al lado sí que tenían pinta de ser dignas de su progenitora.

En otro paseo unos días antes, se había atrevido a acercarse a la puerta del cementerio pensando que esta vez sí podría llegar hasta su tumba, pero no había andado ni cien metros cuando se echó a llorar desconsoladamente.

Ruperta había sido una madre de las de antes, repleta de amor pero dura, siempre pendiente de sus necesidades pero con poca paciencia ante los berrinches. Sí, esas manzanas le habrían gustado mucho, seguro que hubiese hecho una de sus maravillosas tartas con ellas.

Sin embargo, ahora estaba solo. Ya no existía “El equipo de la letra R”: Ricardo y Ruperta, expertos en buscar palabras que empezasen con esa letra y pasándose tardes enteras compartiendo las más raras y rebuscadas que habían descubierto durante el día mientras disfrutaban de un café bien cargado y de una porción de aquella tarta de manzana que ella hacía mejor que Simone Ortega (Eso le decía él, sabedor de que la famosa cocinera era el ídolo de su madre).

Entonces, Ricardo, como poseído por un impulso invisible, cogió varias de aquellas manzanas hasta llenar la bolsa y, olvidándose del resto de cosas de la lista y de la tormenta, pagó apresuradamente y salió corriendo.

- ¡Mira, mamá, te traje manzanas para la tarta! - Dijo, mientras depositaba la más vistosa en la tumba. - Y he aprendido una palabra nueva: Ruibarbo. - De pronto, Ricardo se dio cuenta de que se sentía de nuevo como en casa.

Sonrió abiertamente, enseñando sus tres dientes en un mareado adiós: - Ya no es necesario que vengáis al funeral, ella sigue viva en mi recuerdo.


3 comentarios:

  1. Precioso. Algo diferente a lo que ha escrito antes. Pero con un calor incandescente. Te felicito

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    1. Muchas gracias, de verdad. Me ha costado salirme de mi zona de confort pero ha sido interesante la aventura.

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