Me tengo que disculpar porque supongo que esperabais otro capítulo del fic, pero me temo que he caído en el fatídico problema de la hoja en blanco... vamos, que estoy bloqueada y falta de inspiración, así que, y como me daba reparo dejaros tanto tiempo sin noticias mías, aquí tenéis otro de mis relatillos de ciencia ficción.
Espero que os guste:
Suena el despertador, no me puedo creer que ya sean las siete y
media, me siento como si me acabase de acostar, aunque… la verdad es que
eso es casi correcto, solo he dormido una hora y media.
Enciendo la luz de la mesilla de noche, no sin antes tirar al suelo el reloj y el vaso de agua que había encima.
Mierda.
Me duele la cabeza.
Mierda otra vez.
En
la radio están dando las noticias, muertos, más muertos… parece que en
este planeta los únicos vivos que interesan para la prensa son las crías
nuevas de los zoos, pero ¿qué carajo me importa a mí un cachorro de
velocirraptor?
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Ahora sí que me duele la cabeza.
No debería haber creído a John cuando me dijo que con un par no daba resaca.
El alcohol es demasiado fuerte para mí.
No entiendo como la gente es capaz de pasarse todas las noches metidos en un bar.
Creo que será mejor que use un analgésico, pero el dolor no me deja pensar.
No
sé cómo llegar a hacer que la habitación deje de dar vueltas, aunque
tal vez las vueltas las da mi cabeza; es difícil saberlo ya que la venda
que rodea mi cráneo me aprieta las sienes.
Me quito el apósito
donde tengo la punción, arrancándome la costra y manchándome así el
pijama con unas gotas de sangre y algunos de los pocos pelos que me
quedaban. Llegar a los cuarenta es lo que tiene, que tu mente sigue
creyendo que eres joven pero tu cuerpo se rebela contra esa afirmación y
muta hacia una patética parodia de ti mismo.
-“El alcohol es
perjudicial para tu salud, te fríe las neuronas. Es un mensaje de la
Unión General Planetaria de Salud”-Se oye a todo volumen en el antiguo
transistor. Muy apropiado el anuncio, aunque un poco tarde para mi.
Mi vida es una mierda.
Recuerdo
lo que me reí cuando leí en un recopilatorio de historia antigua que
antes el alcohol se bebía, y que la resaca que producía era casi igual a
la que sufrimos ahora. Por lo menos no te dejaba la marca de la
jeringuilla, sólo la boca con un sabor acre, aunque puede que eso
también se haya perfeccionado con el tiempo, porque me siento como si
estuviese chupando un barrote de la cama.
Empiezo a tener la mente un poco más clara… tengo que aprovechar el momento.
Enciendo
el ordenador y me acuerdo tarde que no apagué los altavoces, la
musiquita insoportable de inicio de mi sistema operativo es como un
taladro en mi cerebro, maldita sea.
Conecto el Bluethooth, tecleo “command analgésico v.3.0”, y presiono la tecla enter.
Por fin vuelvo a ser yo, y como tantas otras mañanas decido que anoche fue la última vez que pruebo con virus ilegales.
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