24 septiembre 2019

Relato : "Tragedia medioambiental"

Estamos en la época de la conciencia climática, por fin parece que empezamos a darnos cuenta de que el suelo que pisamos no solo nos sujeta sino que hace que estemos vivos. (Y el aire, la vegetación... Etc...) Tanto tanto se está hablando que no puedo menos que escribir algo sobre esto. (Como siempre no es nada serio, me lo vais a perdonar)
¡Espero que os guste!

TRAGEDIA MEDIOAMBIENTAL

“El frágil equilibrio que habíamos conseguido mantener para proteger al planeta parece que se está venciendo hacia el lado del desastre”.

Este era el mensaje que estaba corriendo como la pólvora en todo el mundo después de que Mohamed Maalouf, el Presidente del Consejo Mundial de Protección Mediambiental diera la rueda de prensa para explicar la situación.

Tras años en los que los problemas climáticos y ambientales habían sido poco más que una anotación al margen en algún programa político o una reivindicación de grupos ecologistas tuvo que ocurrir una catástrofe para que se empezase a tomar en serio. Una serie de grandes tormentas enmascararon que el mar estaba creciendo de manera descontrolada por culpa del deshielo de los casquetes polares y las ciudades de San Francisco y Barcelona casi desaparecen del mapa engullidas por olas descomunales. Pero eso había pasado hace más de una década y desde entonces las cosas habían cambiado mucho, hasta los países más críticos se habían tomado el problema en serio ya que por una vez no se trataban de amenazas que sonaban lejanas sino del miedo de perder la vida en cualquier momento. Sorprendentemente en poco más de tres meses se aprobó la creación del Consejo Mundial de Protección Medioambiental y se publicó un concurso en todo el planeta para que todo aquel con una idea salvadora pudiese ser escuchado. Por supuesto llegaron millones de ellas, algunas prometedoras y otras absurdas o esperpénticas y precisamente una de estas últimas, contra todo pronóstico fue la que mejor funcionó.

Mark Hernández era un manitas, una persona acostumbrada a ingeniársela de maneras originales para reparar algunas cosas ya que en su pequeño y pobre pueblo no había forma de conseguir repuestos y mucho menos de comprar cosas nuevas. Cuando escuchó que hacían falta ideas para salvar el mundo no se lo pensó mucho, hacía años que tenía una respuesta y todo aquel que hubiese coincidido con él cuando llevaba unas copas de más la había oído: Unos congeladores gigantes que mantuviesen el hielo y bajasen la temperatura de la zona para evitar su descongelación. Así que cuando terminó su trabajo se sentó en su mesa llena de tuercas y grasa y se dispuso a escribir la carta más importante de su vida.

Escepticismo, risas, protestas y al final, aceptación y admiración. Esas fueron las fases por las que la gente iba pasando cuando conocieron la propuesta. Normalmente esa carta nunca hubiese llegado a tomarse en serio pero esa mezcla entre ternura y sorna que proyectaba hizo que al encargado de clasificar las ideas se le ocurriese que igual sería buena idea marcarla como aceptable. Al menos los mandamases se echarían unas risas y si alguien se lo echaba en cara podría alegar que tantas horas leyendo propuestas le habían agotado y había cometido un error humano. 

Es cierto que la gente se rió y la pasó de mano en mano hasta que uno de los ingenieros jefe del proyecto la recibió y se quedó atónito. Bajo la infantil propuesta se escondían cálculos increíblemente avanzados que, de ser correctos, podrían hacer que fuese viable. Pero no quería que nadie se mofase de él así que con la excusa de la broma sacó una foto con su teléfono móvil y en su casa estudió más a fondo la carta convencido de que no podía estar bien. 

Una llamada a las 5 de la mañana sacó de la cama al Presidente: Habían encontrado una solución. A las 9 se estaba dando una rueda de prensa y a la semana siguiente ya se estaba empezando a construir (Aunque pocos en el Planeta apostaban a que fuese a funcionar). Pero funcionó y muy bien. Durante años el congelador fue cumpliendo su trabajo religiosamente y todos respiraban tranquilos pero una mañana tras un par de estertores simplemente se paró. 

 -El frágil equilibrio que habíamos conseguido mantener para proteger al planeta parece que se está venciendo hacia el lado del desastre. -Repetía el Presidente

-¿Y no se puede arreglar? ¿No hay nada que se pueda hacer? -Preguntaban los periodistas

-Me temo que es inútil, han ido a verlo los peritos y nos han dado la peor respuesta posible: “No lo cubre el seguro”

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